sábado, 21 de diciembre de 2013

Jo Nesbø. El Redentor.


- ...Yo acudía a esos conciertos alguna que otra vez. Por lo menos al principio, cuando creía que quizá fuera un lugar para gente como yo, para un outsider. Pero ahí tampoco encajaba. Porque, al fin y al cabo, en el Blitz también imperaban la uniformidad y el pensamiento colectivo. Los demagogos campaban allí exactamente igual que...
Harry enmudeció, pero Martine concluyó por él:
- ¿Que mi padre en el templo esta noche?
Harry hundió las manos en los bolsillos.
- Lo que quiero decir es que uno se queda solo cuando decide usar su cerebro para encontrar respuestas.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Luis Landero. Hoy, Júpiter.

http://raex.es/index.php/actividades/133-luis-landero-y-la-ubex-una-jornada-para-el-recuerdo-


De pronto Tomás sintió el roce punzante de una sensación olvidada desde hacía mucho tiempo: la evidencia inefable de que la vida es de por sí hermosa (la vida así sin más ni más, el mero prodigio de existir), intolerablemente hermosa, y otra vez se preguntó por qué a la gente le cuesta tanto ser feliz.

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...y sintió la presencia física del silencio cuando los susurros cesaban y quedaba flotando en el aire la pesadumbre de lo ya irremediablemente dicho y el presagio de las palabras que venían por los caminos del pensamiento pero que no habían sido todavía pronunciadas.

sábado, 3 de agosto de 2013

Javier Marías. Mientras ellas duermen.

Cada uno tiene su propia vida, y es la única, nadie está dispuesto a no verla cumplida según su deseo, a excepción de los que no tienen deseos, en realidad la mayoría. La gente dice lo que quiere, y habla de abnegación, de renuncia, de generosidad, de conformidad y resignación, todo es falso, lo normal es que la gente crea desear lo que le va llegando naturalmente, lo que le va sucediendo, lo que va consiguiendo o lo que le van dando, sin que haya verdaderos deseos previos. Pero sean previos o no, a cada uno le importa su propia vida y, frente a ella, las de los demás sólo importan en la medida en que están imbricadas y forman parte de la nuestra.

miércoles, 3 de abril de 2013

Michel Houellebecq. El mapa y el territorio.

-Estoy contento de que seas autónomo -respondió su padre-. En mi vida he conocido a varios individuos que querían ser artistas y a los que mantenían sus padres; ninguno consiguió triunfar. Es curioso, podría creerse que la necesidad de expresarse, de dejar huella en el mundo, es una fuerza poderosa; y, sin embargo, por lo general no basta. Lo que mejor funciona, lo que empuja a la gente con mayor violencia a superarse sigue siendo la pura y simple necesidad de dinero.

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Y, sorprendentemente, abriendo mucho los brazos, entonó muy alto y casi en el tono justo esta estrofa de Blues du businessmen:
          ¡Yo habría querido ser artiiiista
          para crear un mundo solidario
          para ejercer de anarquiiiista
          y vivir como un millonario!
El vaso de vodka le temblaba entre las manos...

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-Sí... -El novelista examinaba de nuevo atentamente la lista de vinos-... Verá, han sido los periodistas los que me han adjudicado la fama de borracho; lo curioso es que ninguno de ellos se haya dado cuenta nunca de que si yo bebía mucho en su presencia era solamente para poder aguantarles... La prensa, de todos modos, es de una estupidez y un conformismo inaguantables, ¿no le parece? -insistió.
-No lo sé, la verdad, no la leo.

jueves, 28 de febrero de 2013

Cormac McCarthy. En La Frontera.

Cuando despertó aún era de noche. El fuego se había reducido a unas pocas llamas bajas que bailaban sobre los rescoldos. Se quitó el sombrero, aventó el fuego con él y lo alimentó con la leña que había recogido. Buscó el caballo con la mirada, pero no pudo verlo. Los coyotes seguían aullando a lo largo de la muralla de roca de Los Pilares y por el este empezaba a clarear tímidamente. Se acuclilló junto a la loba y le tocó el pelaje. Palpó sus dientes, fríos y perfectos. El ojo vuelto hacia la lumbre no reflejaba luz alguna y el chico lo cerró con el pulgar. Luego se sentó a su lado, le puso la mano en la cabeza ensangrentada y cerró los ojos para poder verla correr por las montañas, correr bajo las estrellas, donde la hierba estaba húmeda y el advenimiento del sol no había abierto aún la rica matriz de seres vivos que se habían cruzado con ella en la noche. Ciervos y liebres y palomas y campañoles, todos abundantemente inscritos en el aire para su deleite, todas las naciones del mundo dispuestas por Dios y de las cuales ella era una más e inseparable. Por donde ella corría los gritos de los coyotes cesaban de golpe, como si una puerta se hubiera cerrado sobre ellos y todo fuese miedo y asombro. Levantó de la hojarasca la rígida cabeza de la loba y la sostuvo entre sus manos e hizo ademán de asir lo inasible, lo que corría ya entre las montañas, terrible y bellísimo a un tiempo, como las flores que se alimentan de carne. Eso de que están hechos la sangre y los huesos pero que no puede formarse por sí sólo en un altar ni por herida alguna de guerra. Lo que sin duda podemos creer que tiene la facultad de cortar y moldear y ahuecar la negra forma del mundo del mismo modo que lo hacen el viento y la lluvia. Pero lo que no puede cogerse nunca ha de ser cogido, y no es una flor sino que es veloz y ligera y cazadora y el viento le teme y el mundo no puede quedarse sin ella.

Los proyectos condenados al fracaso dividen definitivamente las vidas entre el entonces y el ahora...

...Nadie le preguntó por qué había venido. Sólo le advirtieron que no se acercara al territorio de los yaquis, que se extendía más al oeste, porque los yaquis lo matarían. Después de que las mujeres le dieran unos paquetes que contenían una carne seca y correosa, maíz tostado y tortillas manchadas de hollín, un anciano se acercó a él y le habló muy ceremoniosamente en un español que apenas pudo entender. Mientras hablaba le miraba a los ojos y sujetando la silla de montar por delante y por detrás, de manera que el chico casi estaba sentado en sus brazos. Vestía de un modo extraño, y sus ropas de colores chillones lucían bordados que tenían la apariencia geométrica de unas instrucciones, tal vez de un juego. Llevaba alhajas de jade y plata y tenía el pelo más negro y largo de lo que su edad habría permitido presagiar. Le dijo al chico que aunque fuera huérfano debía dejar de vagar y buscarse un lugar en el mundo, porque errar de aquella manera podía convertirse en una pasión, y que dicha pasión lo extrañaría de los hombres y en última instancia de sí mismo. Dijo que el mundo sólo podía ser conocido tal como existía en los corazones de los hombres, pues aunque parecía un lugar que contenía seres humanos era, en realidad, un lugar contenido dentro de ellos, y por tanto para conocerlo uno debía mirar esos corazones y tratar de conocerlos, para lo cual era necesario vivir con los hombres y no limitarse a pasar entre ellos. Dijo que si bien el huérfano podía sentirse ajeno al resto de los hombres debía apartar de sí ese sentimiento, pues tenía en su interior una amplitud de espíritu que los hombres podían percibir y, por ello, desear conocer, y que el mundo podía necesitarlo a él tanto como él necesitaba el mundo, pues ambos eran una sola cosa. Por último dijo que si bien eso era bueno en sí mismo, como todas las cosas buenas también era un peligro. Luego apartó las manos de la silla del chico, retrocedió uno pasos y se quedó allí de pie. El chico le agradeció sus palabras pero le dijo que él, en realidad, no era huérfano, y luego dio las gracias a las mujeres y se alejó en su caballo. Los indios lo vieron marcharse. Al pasar por delante de las últimas chozas se volvió para mirar, y al hacerlo el anciano le dijo en voz alta: sí, lo eres. Eres huérfano. Pero el chico sólo levantó una mano y se tocó el sombrero y siguió su camino.

lunes, 4 de febrero de 2013

Julian Barnes. El sentido de un final.

Tenía un cerebro mejor y más riguroso que yo; pensaba lógicamente y después actuaba en consonancia con las conclusiones del pensamiento lógico. Mientras que todos los demás, sospecho, hacíamos lo contrario: tomábamos una decisión instintiva y luego construíamos una estructura racional para justificarla.