Rafael Reig. Lo que no está escrito.

Había alcanzado esa edad en que los años pasan volando y en cambio los días duran demasiado.

Noah Hawley. Antes de la caída.

Pero Doug tenía la misma reacción de manual ante la riqueza característica de la mayoría de los barbudos de su generación. La despreciaba, pero también la ambicionaba.

Sven Hassel. Prisión GPU.

- Quizá no te lo creas -dice el Feldwebel-, pero yo soy realmente inocente.
- Claro que lo eres -dice Porta, asintiendo con la cabeza-. Todos somos inocentes. Desgraciadamente, muchas veces es más peligroso ser inocente que culpable.
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 Matar se había convertido en el pan de cada día para nosotros. No había un arma en cuyo empleo no fuésemos expertos. Desde los alambres estranguladores hasta las ametralladoras pesadas y los cañones. La mayoría de nosotros podíamos matar también con solo las manos. A los 20 años, éramos ya más viejos que nuestros abuelos de 75. Sabíamos más acerca de la vida y de la muerte de lo que ellos habían aprendido en todos sus largos años. Nunca pasábamos junto a un cuerpo sin meterle una bala en la cabeza. Siempre arrojábamos una granada a través de la puerta antes de entrar en una casa. Habíamos perdido toda ilusión por siempre y para siempre. Nada podía sorprendernos. Habíamos sufrido demasiados shocks. Nuestra vida emocional normal había sido destrozada en cientos de traidoras emboscadas y de súbitos ataques de artillería. La violación nos divertía. Tomábamos lo que podíamos. Teníamos poco tiempo, la muerte nos acechaba continuamente.

José Carlos Somoza. El detalle.

Me senté en el borde de la fuente y empecé a echarme fresco con el sombrero. Así estuve hasta que el mareo aflojó. Después llore un poco, porque el día era tan lindo que me parecía increíble hallarme tan abandonado. Hubo un tiempo en mi vida en el que los cielos como el que contemplaba en aquel momento, estampados en azul puro, me ponían alegre y de buen ánimo. ¡Mala cosa es desarraigarnos del paisaje! ¡Malo es oscurecernos cuando amanece, tener frío cuando sale el sol, hallarnos solos en la muchedumbre! ¡Malo sentir que ni el sol, ni la primavera, ni el mar de verano ni la risa de los niños nos llegan dentro, porque no les pertenecemos!

Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor.

Yo, como soy humano y, por tal, pecador,

sentí por las mujeres, a veces, gran amor.

Que probemos las cosas no siempre es lo peor;

el bien y el mal sabed y escoged lo mejor.

Dennis Lehane. Shutter Island.

— No obstante, ¿debemos perder el pasado para asegurarnos el futuro? -Chuck lanzó el cigarrillo al mar-. Ésa es la cuestión. ¿Qué es lo que pierdes cuando barres el suelo, Teddy? Polvo, migas de pan que acabarían atrayendo a las hormigas. Sin embargo, ¿qué pasa con el pendiente que ella perdió? ¿Está también en el cubo de la basura?

John Le Carré. El peregrino secreto.

Si algo lamento es la forma en que desperdiciamos nuestro tiempo y nuestras facultades. Todos los caminos equivocados, los amigos falsos, el derroche de energías. Todas las ilusiones que nos hacíamos acerca de quiénes éramos.
...

A veces me pregunto que fui para ella, pero, lamentándolo mucho, sé perfectamente la respuesta: un muchacho inmaduro, otro Ben, ignorante de la vida, que se sobreponía a la debilidad con un alarde de fuerza y buscaba refugio en un mundo aparte.
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Le di un beso y le quité el chaquetón: Nunca había visto nada tan hermoso. Lo cierto es que, en aquel entonces, todavía no había adquirido la facultad de distinguir entre la verdad y la belleza.

León Arsenal. El espejo de Salomón.

- Claro que no. -Fernando Valbuena agitó la cabeza, casi solemne -Pero es una codiciosa, y la codicia es el segundo de los defectos que más rápido pasa factura.
- ¿Cuál es el primero?
Cienfuegos, que iba a llevarse la copa de balón a los labios, le miró curioso.
- La vanidad. Es el que más rápido te mete en problemas.
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A ver. - Anselmo se pasó la mano por la gran barba blanca- Haciendo esto ¿te sientes a gusto contigo misma, contenta?

Jo Nesbø. El murciélago.

La verdad es que nadie vive de la verdad y, por ello, a nadie le importa la verdad. La verdad que nos inventamos simplemente es la suma de lo que le conviene a la gente, sopesado con el poder que ostenta.