La verdadera vida, nos informo Pardeza, estaba ahí fuera, al otro lado de las tapias del colegio.
Tenía razón, aunque con el paso del tiempo he aprendido que da lo mismo: vayas donde vayas, en cuanto llegas, la verdadera vida acaba de marcharse
a otro sitio y así sigue siempre a la misma distancia de ti, como un horizonte.
...
Sin embargo, la mirada al pasado es así: avanza en zigzag, como los tiburones, siempre hambrienta, atraída por la sangre fresca de cualquier herida abierta todavía.